Es difícil resumir en unas pocas líneas las experiencias, las emociones y las sorpresas que depara un viaje de estas características a un joven de quince o dieciséis años. Nosotros consideramos, ante todo, que es una experiencia vital de primer orden que debe contribuir a su enriquecimiento personal y cultural sin olvidar, naturalmente, el lado lúdico de la experiencia.
Este viaje es una actividad más del Programa de Actividades Extraescolares y Complementarias de nuestro centro cuya organización y desarrollo debe regirse por las mismas normas que operan para el resto de las actividades del centro con el fin de garantizar su carácter pedagógico y cultural. Se trata también de una actividad que se encuadra en nuestro Plan de Internacionalización de Centro que persigue, fundamentalmente, una mejora de la educación a través de experiencias educativas internacionales como son los intercambios, los viajes o la participación en proyectos educativos europeos.
Ahora ya sabemos un poco más sobre las razones que nos mueven a promover este viaje educativo. Veamos cómo se desarrolló:
El viaje se inició a las dos de la madrugada del día 21 de marzo. En Mojados, el autobús nos recogió para llevarnos al Aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas donde tomaríamos el vuelo con destino a Roma. Una vez en el hotel, dejamos las maletas y, dado que no podíamos entrar en las habitaciones hasta las dos de la tarde, decidimos emprender nuestro primer paseo por Roma. Ese día nos dejó bellas imágenes como las de la Piazza Navona y sus fuentes, la iglesia de San Luis de los Franceses y las pinturas de Caravaggio, el Panteón de Agripa, la Fontana de Trevi o la Piazza de Spagna.
El segundo día de visita nos acercó un aspecto importante de los primeros cristianos, sus enterramientos en las catacumbas, que representa un llamativo contrapunto con el resto de los lugares de interés. Tras las catacumbas nos dirigimos a las Termas del emperador Caracalla, un conjunto importante de ruinas y mosaicos que nos habla del lujo y grandeza de estos baños públicos así como del hedonismo de la cultura romana de la época. Una vez repuestas las fuerzas proseguimos nuestro deambular por la ciudad: el “Jardín de los Naranjos”, un balcón con extraordinarias vistas a la ciudad, la cinematográfica “Boca dellaveritá”, el templo de Hércules Vencedor, la Basílica de San Juan de Letrán o la de Santa María la Mayor fueron testigos mudos de nuestra actividad vespertina.
Estamos ya en el Ecuador de nuestro viaje. Comenzamos el día en la Basílica de San Pietro in Vincole que alberga el mausoleo del papa Julio II en el que destaca la escultura de Moisés del polifacético Miguel Ángel. A continuación nos sumergimos en la Roma Imperial: los foros y el Coliseo nos trasladan a una época de grandes conquistas en la que Roma era la capital de un vasto Imperio en la que se desarrollaba una actividad frenética en el plano político, económico y social. Apenas a unos metros de ese espacio se encuentra la Plaza del Capitolio diseñada por Miguel Ángel y, a un lado de la misma, la escultura de la Loba Capitolina que forma parte de la leyenda de Rómulo y Remo. La mañana se terminó y nuestras fuerzas flaqueaban: era hora de comer. Por la tarde, atravesando el encantador barrio del Trastevere, entramos en la Basílica de Santa María en Trastevere y llegamos al convento de San Pietro in Montorio donde vimos el templete de Bramante. La luz mortecina del final de la tarde aún nos permitió disfrutar de una bonita vista de Roma desde el mirador del Gianicolo, no así de un rato de esparcimiento porque las bajas temperaturas de esta primavera en ciernes nos invitaban a volver al barrio del Trastevere para cenar en alguna de sus acogedoras trattorias.
El cuarto día de nuestro viaje nos llevó a la Ciudad del Vaticano, a sus museos, la Basílica de San Pedro y la Capilla Sixtina. Es difícil encontrar otro lugar en el mundo con una concentración similar de obras de primer orden pertenecientes a las principales disciplinas artísticas. La ayuda del guía es imprescindible para encontrar el rumbo cierto que nos permita aprovechar la cita y no ir a la deriva en este mar de la cultura universal. A esta visita le siguió un encuentro de similar intensidad, en lo emocional en este caso, en el restaurante donde comimos. Los alumnos y ex-alumnos del instituto se encontraron y compartieron experiencias sobre sus respectivos viajes. Antes de marchar y despedirse, se hicieron unas fotos para inmortalizar la ocasión de tal encuentro. Nuestra visita prosiguió: el Castillo de Sant Angelo, fortaleza perteneciente a los papas, la plaza del Campo de las Flores y, para terminar, la plaza del Popolo donde los seguidores de la Roma celebraron la victoria contra el F.C. Barcelona en la Copa de Europa. Antes de regresar, una última visita a la Fontana de Trevi para llevarnos la imagen nocturna de este rincón con la que nutrir nuestro álbum de fotos y de experiencias.
Nuestro viaje ya toca a su fin y sólo hay tiempo para un breve paseo y hacer algunas compras. Han sido casi cinco días de incesante actividad para exprimir al máximo el viaje de fin de estudios. En él, los alumnos han tenido no sólo la experiencia de conocer directamente y tocar las grandes obras de la cultura y del arte universal, sino también de entrar en contacto con la gente, de hablar con ellos y conocer su vida, sus costumbres y su manera de pensar. Ha sido, por último, una gran experiencia en lo personal, compartiendo juegos, complicidades y momentos inolvidables con sus compañeros, que dejarán, confiamos, una huella indeleble en su memoria.