Nos acercamos a los maestros de la pintura y al teatro en Madrid
Escrito por Administrador Plataforma, jueves 11 de mayo de 2017 , 09:54 hs

  FRAGMENTOS DE LOS DIARIOS DE VIAJE POR MADRID DE NUESTROS ALUMNOS

 

El pasado 24 de febrero, 41 alumnos de 3º y 4º partieron de excursión a Madrid, donde hicieron un recorrido por lugares y calles destacados, visitaron el Museo del Prado y concluyeron la jornada con la asistencia a la representación teatral de La isla del tesoro.

Llevaban trabajo hecho, pues habían preparado las explicaciones sobre los lugares que se visitarían y sobre la selección de cuadros que se iban a ver en el Museo del Prado.

Tenían trabajo por hacer, pues se les encargó que hicieran un diario de viaje, en el que reflejaran sus impresiones y experiencias durante la jornada.

Lo que viene a continuación —sin incluir el nombre de los autores y velando tras una inicial las referencias personales— es una selección de fragmentos de los diarios de viaje por Madrid de nuestros alumnos. Como se comprobará, lo que se ve, se aprende o se experimenta en una excursión va más allá de la idea inicial prevista. Las excursiones son una herramienta educativa muy poderosa y útil, pero también son una experiencia de vida.

 Partieron con ilusión:

 8:21. Tengo 9 minutos para peinarme, vestirme y llegar puntual, misión imposible.

8:33. ¡Lo conseguí! Y ahora toca clase de FyQ… ¿A quién se le ocurre hacernos dar la primera hora?...

7:47. Hoy me he levantado antes para ir bien preparada a Madrid, tenía muchas ganas la verdad. Me vestí y maquillé como para un día especial: había que ir guapa, por si me encontraba con algún madrileño interesante.

9:30. Después de hacer unas frases en latín con S., por fin podemos irnos: personalmente no tenía la cabeza para declinaciones.

 A las 9:20 sonó el timbre y todos cogimos nuestras mochilas con nuestros bocatas y salimos más rápido que ningún otro día hacia al autobús, mientras los profesores nos gritaban que no corriéramos; pero, bueno, por no hacerles caso otra vez no pasa nada.

Cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos en el bus afrontando las dos horas de viaje, mientras J. L. nos repetía una y otra vez las infinitas reglas que cumplir. No le hicimos mucho caso, pero, por suerte, me las leí la noche anterior cuando nos las mandó por correo.

 

Antes de la primera parada, el viaje transcurrió con la normalidad habitual:

 Cuando salimos, […] el viaje se estaba haciendo ameno, M. y yo íbamos jugando a un juego del móvil (no le gane ni una vez) o hablando de nuestras cosas, hasta que apareció un mosquito llamado M. cantando canciones de Joaquín Sabina.

 El viaje comenzó un tanto aburrido, fue por esa razón que decidí dar un poquito la vara a mis compañeros, pedí unos cascos y me lancé a cantar Sabina. Unos dirán que fui un poco pesado pero si no es por mí habrían pasado el peor viaje de su vida.

Comprobaron lo caras que son las áreas de servicio, aunque siempre hay alguien que…:

 A la hora y media de salir hicimos una parada para almorzar, ¡qué hambre! Fuimos a la gasolinera, típico de los viajes…

 ¡No me lo puedo creer! ¿Cómo pueden ser tan caros los establecimientos de carretera?... Ya casi que me he quedado sin dinero para gastar en Madrid…

 Entramos a una gasolinera a comprar una Coca-Cola, pero algunos nos quedamos con las ganas después de ver esos precios. ¡Tres euros un refresco! ¿¿¿Dónde se ha visto eso!!!

 Hacemos una parada para comer el almuerzo; en mi caso fue un paquete de oreos que compré a medias con una amiga en un bar que había. ¡Qué caras eran las cosas! Nos compramos dos paquetes por 3€; eso sí, estaban muy buenas.

 Hicimos una parada en Villalba que me salió por 8 euros, pero ese bocadillo tenía una pintaza terrible a la que mi apetito no se pudo resistir.

 Una gran ciudad siempre deslumbra… y más si puede que para algunos fuera la primera vez:

¡Llegamos a Madrid! ¡Vaya edificios! ¡Cuánta gente!

11:50. Bien, empiezan a aparecer edificios interesantes… hemos pasado la Moncloa, el edificio del ejército del aire, la calle Princesa (con muchísimas tiendas)…

 Ahora estamos pasando el cruce con Gran Vía, hay muchísima gente… ¡y eso que solo son las doce de la mañana de un viernes! Me parece increíble la arquitectura de algunos edificios y la cantidad de estatuas, fuentes y monumentos que nos estamos encontrando por el camino.

 Comienza el paseo matutino: ¿comienzan los incidentes?

 Paramos en la Plaza de España y… oh, oh… no encuentro mi teléfono móvil… ¿Preocupación? ¡NINGUNA! Puedo vivir perfectamente sin teléfono móvil; además, sabiendo que está en el autobús… ¡Qué más da! ¡Yo he venido a ver Madrid, no mi teléfono móvil, caray!

Al fin lo veo: ¡el Palacio Real de Madrid! Es inmenso. Ojalá pueda verlo algún día por dentro… E. nos fue a hacer una foto y… ¡sorpresa!: se le ha olvidado el teléfono móvil en el autobús como a mí… Avisa al conductor y problema resuelto. Más nos vale no perdernos, ¿verdad, E.? ¡Ja, ja, ja!

 

 

Lo primero que visitamos fue la Plaza de Oriente, con el Teatro Real y el Palacio Real, solo decir que se me quedaron los ojos como platos al ver las dimensiones de todo aquello. Ahora veo el mapa y no recuerdo haber andado tanto; eso creo que es positivo y significa que no desperdicié ningún segundo de mi viaje y me lo pasé en grande.

 

  Pasito a pasito, continuamos el paseo:

 Proseguimos nuestro viaje por la calle Mayor, viendo lugares como donde se realizó el atentado de la boda del rey Alfonso XIII. Después vimos la Plaza Mayor de Madrid que era gigantesca y preciosa.

 Avanzamos por la calle Mayor hasta la Plaza Mayor (que, aunque sea bonita, se queda muy lejos de la de Salamanca), donde sobre nosotros se abalanzaron personas para que les compráramos una especie de silbato.

Nos dirigimos a la Plaza Mayor donde estuvimos entretenidas un buen rato con unos señores que hacían pompas gigantes y mi amiga C. y yo intentamos explotarlas: en fin, como dos niñas pequeñas, ¡ja, ja, ja!

 Después llegamos a la Puerta del Sol, a todos nos pareció muy espectacular ver todo eso que salía en la tele (el kilómetro 0, los balcones de las campanadas, el madroño, manifestaciones…)

 

 

Fue un momento divertido estar entre tanta gente haciendo fotos al kilómetro 0. Justo cuando llegábamos, nos asustó un hombre que parecía una estatua y nos dimos unas carcajadas más.

 A continuación fuimos a la Puerta del Sol, donde vimos una acampada contra la violencia de género y fuimos un poco a informarnos.

 

 

Llegamos a Sol y, me digo a mí mismo, yo creía que esto era más grande, al menos es lo que parece en la tele. Hice muchas fotos, y lo que más me sorprendió, fue que nos encontrábamos en el km. 0 de España.

 

De Madrid al cielo; de Sol al Congreso:

 

Fuimos a ver el Congreso, había mucha policía, claro tendrán que defender a los políticos, pensé. Nos hicimos muchas fotos. Cuando nos dirigíamos hacia Neptuno, A. se chocó contra el portavoz del P., y no se dio cuenta de quién era.

 

Durante el camino me pasaron dos cosas destacables: vi una réplica de la armadura de la guardia real de “Juego de Tronos”, y me crucé con el representante del P cerca del Congreso de los Diputados (G. se volvió loco cuando se lo dije, aunque a mí no me pareció muy importante).

Vimos […] el Congreso de los Diputados (que por cierto, por esa calle, juraría que vi a R. H., del P., entrar en un coche).

 Llegamos a la Carrera de San Jerónimo donde estaba en Congreso de los Diputados (casi nos “disparan” por intentar hacernos una foto con los leones). 

Fuimos a ver el congreso de los diputados, donde una policía nos riñó, ya que nos sentamos en las escaleras. 

Lo siguiente fue el Congreso de los diputados donde había un grupo de ingleses con los que compartimos unas palabras en su idioma.

 Conocí a unos chicos de Alabama (EE.UU.) por un pequeño tropiezo en la Carrera de San Jerónimo; muy majos los chavales, que no sé cómo entendieron mi inglés.

 

 Llegamos a Neptuno y pienso, esto para los del Atlético.

 Nos dirigíamos hacia Atocha cuando nos paramos en un edificio que tenía un jardín en la pared. Es raro pero bonito a la vez, pensé.

 Avanzamos hasta la Plaza de Neptuno (que fue mi parte favorita pese a ser merengue).Desde Neptuno fuimos hacia la Estación de Atocha. De camino, nos encontramos una pared llena de plantas que al verla todos decíamos la frase “Menos mal que no ha venido Forestal”. Nos estábamos portando muy bien, ya que estábamos atentos a todo. Llegando a Atocha, vimos el Museo Reina Sofía del que pensábamos que los ascensores exteriores eran andamios y estaba en obras.

 Fin del paseo matutino. Atocha: no hay nada como el tiempo libre. Aprenden que Madrid es caro y que no siempre todo es gratis.

 Comimos en Atocha, un lugar con algo especial, pero en Madrid todo el mundo va con prisa, por eso quizá no sepan apreciarlo. Yo aprecié mi hamburguesa del Burger King y los 0,60 céntimos que pagué por usar el baño, nunca lo había visto.

 En Atocha cada uno buscamos un restaurante donde comer. Yo personalmente elegí el Burger King, para poder pedirme dos hamburguesas para cenar, porque para comer tenía un bocadillo de pechugas de pollo empanadas que me supo a la infancia, cuando me tomaba esos bocadillos para merendar. Después fuimos al baño y nos cobraron 60 céntimos por entrar, lo que me parece un robo, ya que tendría que ser un derecho para todos. Hay una cosa que no entiendo: ¿si orinas en la calle está prohibido y tienes que pagar una multa, pero, a su vez, tienes que pagar por ir al baño? Algún día espero que arreglen eso.

 La que lie en el Burger King. Fui a tirar las sobras a la basura (muy lista, E.) y no miré si había una basura colocada (sigues siendo lista, E.) y, como era de esperar, tiré todos los restos de mi bandeja al suelo. Pero eso no es todo lo que me pasó en Atocha, puesto que llevaba un buen rato buscando unos baños (qué raro en mí) y por fin los encontré. ¿Pagar? ¿Pagar por ir al baño? Pues nada, que pagué por entrar.

¡Se me olvidaba! Un consejo para mi yo del futuro: lleva dinero a la estación, nunca sabes cuándo tendrás que ir al baño.

 Hemos llegado a Atocha, la mayoría se han ido al Burguer King, pero con la cola que hay yo prefiero pasar y comerme mi bocadillo.

Hemos comido S., M., D., G., A. y yo sentados en un banco, casi conversando con las tortugas. Hemos ido a un bar, llamado Di Roma, donde tardaron más en darnos las vueltas que nosotros en beber el café.

 Voy a contar una divertida anécdota: un grupo decidimos ir a tomar un café a una cafetería que se llamaba Di Roma. Nos pedimos 4 cafés con leche, uno solo y un caffè latte. Cuando nos dijo la camarera que café con leche y caffè latte era lo mismo, pero en italiano. Al darnos cuenta de que era una cafetería italiana, y obviamente estaba escrito en italiano, nos quedamos un poco cortados, pero nos reímos un rato de nosotros mismos.

 Cuando nos cobraron a cada uno 3 euros por un café se nos indigestó.

 ¡Qué cansado, aunque sea el Museo del Prado!:

El Prado, un enorme museo, que más que museo parecía un laberinto.

 Tras acabar nuestro tiempo libre nos dirigimos al Museo del Prado en el que vimos numerosas obras y, en mi opinión, estuvimos demasiado tiempo ya que acabamos agotados.

 El rato que estuvimos en el Museo, que fue bastante, se me hizo largo y aburrido. Deseaba que nos fuésemos ya, pero no parábamos de ver cosas y cosas y me encontraba bastante cansada; pero, por otra parte, me gustó bastante, me resultó bastante interesante ver las distintas pinceladas de los cuadros y cada uno de sus tamaños era distinto al que podías haber imaginado.

 Después de mis dramas en la estación fuimos al Prado, precioso museo en el que ya he entrado alguna vez, pero he de admitir que esta vez se me hizo súper pesado. Me apetecía más estar con mis colegas tomando algo por el centro, pero después habría tiempo para eso.

Tras la comilona fuimos al Prado y vimos una gran cantidad de obras que, para mi gusto, son dignas de volverse a ver y que transmitían sentimientos muy fuertes de los autores o de los sentimientos de los autores en algún momento de su vida como Los fusilamientos del 3 de mayo, Las tres Gracias…, pero, si me dan a elegir, yo escojo a Saturno devorando a sus hijos, los sentimientos son aterradores y producen un alto estremecimiento, si te paras a pensar.

 Después de comer fuimos a visitar al Museo del Prado. Era muy aburrido tener que explicar y hablar de cada uno de los cuadros que vimos. El que más me gustó fue El duelo a garrotazos de Goya, tal vez por las veces que nos lo dice M. en Historia.

 Hubo muchas obras que me gustaron, pero mi favorita, aunque no se el título ni el autor, fue un paisaje de unas montañas. De hecho, al salir del museo me compré una postal con ese cuadro.

 

 Acabamos de salir del Museo. Me ha gustado muchísimo […]. Hemos tenido que dar muchas vueltas y en más de una ocasión me he tenido que sentar porque no podía ni caminar […]. De todos modos, lo he disfrutado. Lo que más me ha llamado la atención han sido las Pinturas Negras de Goya y también Las Meninas de Velázquez. Es increíble cómo se pueden hacer obras de arte de ese nivel. Me he quedado con ganas de ver a Sorolla, que es mi pintor favorito de los que hay cuadros en el Prado. A. y yo nos hemos comprado la misma postal, ha sido una coincidencia graciosa.

 

De Cibeles (el fútbol es lo que tiene) a la Gran Vía:

 Ya salimos con dirección a la Plaza del Ayuntamiento, donde estaba la grandiosa Plaza de Cibeles (esta no tenía telarañas).

 Cuando salimos de allí fuimos a la Plaza Cibeles, eso sí que era bonito y no la de Neptuno.

Al salir del Prado fuimos a la Cibeles donde los pesados de mis amigos madridistas estuvieron dos años haciéndose fotos con una triste fuente, aunque la escultura sea bonita no me produce muchos más sentimientos. Así que mientras ellos se hacían fotos yo observaba la puerta de Alcalá desde lejos y reflexionaba sobre pensamientos profundos.

 Acabamos de pasar por la Cibeles y estamos frente al Ayuntamiento y al fondo está la Puerta de Alcalá, algunos ya han dicho lo que todos estábamos esperando: “mírala, mírala”.

 

 

Salimos del Prado y después de unas cuantas fotos con mi queridísima Cibeles nos dirigimos a Gran Vía, puede que sea una de las calles más bonitas que haya visto; me encanta verla de noche, y más si es con mi prima pequeña de la mano, qué hermosa silueta formamos juntas.

 En mi opinión la Gran Vía era espectacular, porque parecía que estaba en una película americana con sus enormes tiendas y sus impactantes edificios. Ahora entiendo el nombre de Gran Vía.

Un poco más de tiempo libre en Callao y de camino al teatro:

 Los profesores fueron buenos y nos dejaron media hora de tiempo libre donde están los cines Callao, una de las calles muy conocidas de Madrid

19:00. A esta hora nos dejaron tiempo libre por la plaza Callao y la calle Preciados, por la que no entramos debido a la innumerable cantidad de gente que había. Pero ese tiempo fue buen empleado en un Starbucks, creo que no probaré un café igual de bueno en mucho tiempo.

 Nos dejaron media hora libre, yo tenía pensado ir a visitar la Casa del Libro, pero al final nos entretuvimos en tiendas de ropa y no pude. A la hora de volver a reunirnos todos, fui a un puesto a comprar unas palomitas y ¡costaban 1,40 €! Aquí te cuestan 35 céntimos. Al final no me las compré.

 Nos dejaron media hora libre en la Plaza del Callao donde la mitad del tiempo nos lo pasamos mandando callar a los compañeros, porque nos hacía gracia debido al lugar donde nos encontrábamos. Luego fuimos con los profesores a un bar a tomar un refresco.

 

 

Tuvimos media hora libre (¡qué ganas había!) y la aprovechamos para tomarnos un café en el Starbucks. ¡Qué puntuales mis queridos profesores!, pensé en el momento en que les vi aparecer. Nos encaminamos al teatro…

 Ya había caído el sol y Madrid estaba precioso con sus luces que nos amenizaron el paseo hasta es teatro Conde Duque.

Empieza la verdadera carrera, debíamos de estar en el teatro Conde Duque en quince minutos, pero el teatro se encontraba a media hora andando del lugar donde estábamos y había que llegar a tiempo, porque, si no, ya no nos dejarían entrar. Milagrosamente […], llegamos a tiempo.

 Cuando acabó nuestro ratito de tiempo libre, seguimos caminando por Gran Vía para dirigirnos al teatro. Yo estaba muy cansada y […] solo quería llegar y poder sentarme a disfrutar de la obra La isla del tesoro.

El teatro: La isla del Tesoro. Se acusa el cansancio acumulado:

20:00. Entramos al teatro, nos sentamos en nuestras butacas y… ¡Que comience la función!

 Acaba de empezar la obra y tenemos a unas señoras delante que no se callan y no paran de comentar todas las jugadas. La obra de teatro está muy bien y yo creo que esa iniciativa de La Joven Compañía de cambiar el sexo del protagonista está genial, ¿acaso no puede existir una “tripulanta”? La escenografía está muy bien, aunque un poco mejorable en cuanto al paisaje y los cambios de escena.

 

Yo no soy crítica de teatro ni mucho menos pero hubo detalles un poco cutres con el material utilizado y con la gran extensión de la obra al final me aburrió un poco, pero los actores lo hicieron muy bien se notaba el esfuerzo y el trabajo.

 Vimos La isla del tesoro, una obra muy conocida, pero esta versión un tanto peculiar: la prota era una chica y eso me gustó mucho. Estaba representada por la Joven Compañía (un grupo que a mi clase nos encanta). La obra estuvo bien, pero, ya no sé si era por el cansancio de todo el día, se me hizo un poco larga.

 Una buena obra teatral, me gustó mucho. Los personajes eran diferentes a los de la obra original, pero los actores lo hicieron muy bien.

 Me gustó mucho el trabajo realizado por estos jóvenes con un gran esfuerzo de superación y gran ambición de querer ser los mejores, estoy seguro que van a llegar muy arriba.

 El teatro iba sobre La isla del tesoro, aunque era una adaptación para los tiempos modernos en los que nos encontramos. La obra me gustó y me mantuvo enganchado pero se me hizo un tanto pesada y le habría quitado 30 minutos. 

En mi opinión la obra estaba muy bien, menos por la duración, que solo de pensar que teníamos que estar metidos en ese minúsculo teatro dos horas con aquel calor infernal se te quitaban las ganas de atender la obra.

 Fue mala idea verla tan tarde porque llevábamos todo el día haciendo cosas y entre que el teatro era reducido y que estábamos cansados se hizo un poco agotador.

 La obra me pareció bastante buena aunque se me hizo un poco pesada, se me juntaron las ganas de querer llegar a casa con el cansancio.

El teatro me gustó bastante, los actores lo hacían muy bien pero ya estábamos muy cansados y lo único que queríamos era llegar a casa, yo por lo menos.

 La obra me gustó bastante, era entretenida, aunque un poco larga.

 Me gustó, pero se me hizo bastante largo y estaba tan cansada que casi me quedo dormida, al salir el cansancio era horrible (dramatizando un poco).

 Vuelta a casa: misión cumplida, pero va a ser cierto eso de que Madrid me mata.

 22:30. Acabamos la función en el teatro, muy bonita, ponemos rumbo al autobús, un día perfecto.

23:00. Subimos al bus y… ¡me acuerdo de mi móvil! Pero en este día no me he acordado de él, ha sido un día sublime.

 El viaje de vuelta también fue muy divertido. Como dice mi madre, cada loco con su tema, y era así: yo, por ejemplo, estaba con mis amigos haciendo cualquier cosa y no me daba cuenta de nada más. Fue un día excepcional y, por mí, una excursión de estas cada trimestre no estaría mal.

 Ya en el bus nos dio el rato tonto en el que no sabes si estás cansada o podrías salir de fiesta según llegases. […] Dimos la tabarra preguntando si quedaba mucho y, por fin, llegamos. Admito que fue una de las mejores excursiones que hemos hecho, y también admito que esa noche dormí como un tronco. Me gustaría repetir esta experiencia, y si es con la misma gente mucho más.

 Fuimos al autobús y nos pusimos rumbo a Mojados. Tocaba reflexionar sobre el viaje y asimilar la cantidad de cosas que habíamos visto, pero, antes de todo, obligamos a M. que se pusiera más adelante en el bus, para no tener que volverle a soportar desafinando otra vez. Me puse música en el móvil y me dormí, así que no pude reflexionar mucho. 

Fue una bonita experiencia, sin duda lo repetiría las veces que hiciera falta.

Muy buena experiencia que espero que se siga repitiendo muchos años en este instituto, porque se aprenden muchas cosas sobre un lugar que lo tenemos a dos pasos. Estoy de acuerdo con M. cuando dice: “Nos interesamos por cosas de fuera cuando al lado tenemos cosas maravillosas”.

 El viaje fue muy cansado, pero mereció la pena: conocimos Madrid, conocimos un poco más a nuestros profesores.

Por fin entramos en nuestro pueblo estaba deseando de llegar a casa y dormir horas y horas, nos bajamos del bus y cada uno se fue con sus respectivos padres. En general, fue una excursión muy divertida y que me gustaría repetir, eso es todo. 

Por fin estamos de vuelta a Mojados. Estoy derrotado, no sé si aguantaré a llegar a casa vivo... 

00:30. Llegamos a nuestro pueblo, todos cansados pero con una gran satisfacción por nuestro buen comportamiento y por lo que habíamos disfrutado de este viaje.

 00:30. Llegamos a Mojados. M. nos comenta que nuestro comportamiento ha sido el mejor y que este viaje se podría repetir. Ojalá sea así… Gracias a los cuatro profesores que nos han acompañado, ojalá sea verdad que se pueda repetir…

 



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